Zoila Quiroz, de 72 años, recuerda con cariño los días en que su ciudad natal de Petorca, en el centro de Chile, fue invadida por un caudaloso río que dio vida a las plantas y animales que sustentaron a miles de agricultores.
Pero apenas medio siglo después, Petorca, un pueblo en el epicentro de la sequía de Chile, ha cambiado drásticamente.
Los pozos se secan, los cultivos y el ganado mueren, alrededor de 3.000 residentes obtienen su agua de los camiones cisterna.
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